El fútbol, escenario inigualable donde convergen las ideas y las culturas. Terreno donde cotizan todas las monedas del mundo, tribuna en la que todos miran el mismo espectáculo; algunos de más cerca, otros desde más lejos. Es por el mismo espectáculo por el que se llena la grada, es por la batalla que libran veintidós guerreros que uno paga su entrada.
Espectáculo. En el teatro de la Castellana, cada partido de Champions es garantía de lo anterior. La última función era el estelar de la cartelera, Napoleón contra Carlos IV, el Arc de Triumph contra la Puerta de Alcalá, Proust contra Cervantes, el PSG contra el Real Madrid. Un grupo de inversores Qataríes, con la premisa de darle a la ciudad el equipo que merece, se han encargado de sobrepoblar la plantilla. ¿Dónde metes a jugar a Draxler, Verratti, Rabiot, Lass, Lo Celso, Pastore, Thiago Motta? siguiente pregunta, ¿Si eres canterano y juegas en la media cancha, cuándo tendrás una chance? En las ciudades sobrepobladas suelen faltar los recursos, y es trabajo del alcalde gestionar bien sus políticas públicas y monetarias. Recuerdo que mi abuelo me contaba una anécdota sobre el pueblo donde habita:
-- Por primera ves en 10 años, Alto Lucero tiene recursos para poner en marcha un buen proyecto y beneficiar al pueblo. El alcalde lo pensó demasiado pero todavía no sabía que hacer, así que le aconsejaron poner una fuente en la plaza Mayor. Gran aportación para el Alto, una fuente en un pueblo donde ¡No hay agua! -- Así como en Alto Lucero, en París sobra el dinero y faltan las ideas.
Para mi, la eliminatoria se terminó en la ida, cuando Unai Emery decidió traicionar el espectáculo. Era hora de ponerlos a todos los de arriba, de tocarle la bola al Madrid en su casa, de ir por otro gol, de jugar con el balón, de que Mbappé hiciera que los de la Masía madrileña se arrepintieran de no ficharlo a los 14 años cuando fue a probarse, era el día de la revancha de Di María, el día en que Cavani se sacaba la bronca de su última y mucho más dramática eliminación en la Champions pasada. Pero no, en lugar de eso, Emery puso una fuente, y le llegó su karma.
